Nicaragua: una Revolución insumisa, una democracia participativa

Artículo de Jan Jairo Loza Silva. 

En los últimos tiempos se ha desatado una feroz campaña mediática enfocada en demonizar al actual gobierno de Nicaragua, paradójicamente, muchos de los gestores de esa campaña se autodenominan amigos de Nicaragua y de izquierdas. En reiteradas ocasiones he leído artículos de opinión firmados por ciudadanos europeos, haciendo llamados a desconocer la legitimidad de las autoridades de Nicaragua en un claro menosprecio a su independencia y soberanía. Quienes hacen estos llamamientos aseguran tener fuertes vínculos con Nicaragua, aduciendo, a modo de patente de autoridad moral, que vivieron la época de la revolución de los años ochenta. Proclaman estar preocupados por la deriva antidemocrática en Nicaragua y se auto atribuyen el derecho de hablar en nombre del pueblo nicaragüense. Opiniones vacías de argumentos contrastables, mas allá de artículos de prensa de dudosa objetividad, menospreciando la voluntad de un pueblo que lo único que quiere, es que le dejen construir su propio camino, en paz.

En Europa algunos movimientos que se auto denominan de izquierdas parecen coincidir con los de derecha, en que los países pobres no saben gobernarse a sí mismos. Consideran que cuando se les deja sin tutela, se apartan de los caminos de la sacrosanta democracia occidental y hay que ponerlos en orden. Castigan con dureza y crueldad a los pueblos descarriados, con sanciones económicas y financieras como en los casos de Cuba y Venezuela, con el objetivo de que el hambre y el sufrimiento empujen a su propia gente a levantarse contra sus gobiernos. Con golpes militares como el de Honduras en 2009, del que nadie se acuerda. A través de golpes de estado de nuevo tipo como el de Bolivia en 2019, que antes intentaron sin éxito en Venezuela en 2017 y en Nicaragua en 2018. Aplastando países por la fuerza como el caso de Libia e Irak, o sembrando el caos y la destrucción como ocurre hasta el día de hoy en Siria. Todo eso bajo el amparo de sus propias consideraciones, que decretan que allí gobiernan “dictadores crueles” que masacran a sus pueblos, y que Europa y Norteamérica pueden auto ungirse de autoridad para derrocarlos, sin importar las consecuencias.

Quienes realmente conocen Nicaragua y la historia de su pueblo, saben que los nicaragüenses tenemos una intolerancia genética a los regímenes opresores. No tragamos con dictaduras de ningún tipo, ni dejamos que los dictadores mueran de viejos en sus camas, decrépitos, decadentes, pero al final sabedores de haber impuesto su voluntad y designando a su propio sucesor. Esa rebeldía nos ha costado décadas de castigo y marginación, pero somos de los que no aprenden ese tipo de lecciones, siempre nos revelamos contra la tiranía y la injerencia extranjera. En Nicaragua, la paz va de la mano de la justicia social, de manera indisoluble, y hoy por hoy en Nicaragua, se vive en paz. Hemos sufrido las consecuencias terribles de la guerra, y por eso amamos la paz, la cuidamos, la cultivamos y la defendemos, sin someternos a nadie.

Parte de esa izquierda europea, entronada en su aura de pureza ideológica y superioridad moral, ha estado tan ocupada sumándose a la campaña de demonización de la figura del comandante Daniel Ortega (acusándolo de absolutamente todo, sin presentar pruebas de nada) que ha perdido el respeto al derecho de autodeterminación de los pueblos. Hoy en día, copan de artículos de opinión los periódicos, despotricando contra el recién finalizado proceso electoral en Nicaragua, sin mencionar hechos que son absolutamente trascendentales, obviándolos deliberadamente, con el anhelo mezquino de que pasen desapercibidos.

El Consejo Supremo Electoral de Nicaragua ha desarrollado a lo largo de todos estos años, decenas de procesos electorales exitosos entre presidenciales, municipales y regionales. En esos procesos electorales, el sandinismo ha ganado elecciones y ha perdido elecciones. Su profesionalismo y solvencia como institución rectora de los procesos electorales está más que demostrada por los hechos, más allá de lo que puedan escribir quienes creen que el peso de la tinta sobre el papel o de los pixeles sobre la pantalla, pueden modular la realidad a su voluntad.

Por primera vez en nuestra historia (desconozco si algún otro país puede decir lo mismo), todas las seis coaliciones políticas participantes en la contienda electoral, se han visto obligadas por ley, a presentar listas cremalleras de hombres y mujeres, como candidatos y candidatas a todos los cargos de elección popular. Garantizando de esa manera que hayan tantas mujeres como hombres en todos los estamentos de ejercicio de poder en el país. Nicaragua es el país que más ha avanzado en igualdad de género en el mundo, en los últimos años. Puedo hacer esta atrevida aseveración respaldado por los datos. Hemos pasado de estar en los últimos puestos en equidad de género hace quince años, a estar en el puesto número cinco, solo por detrás de los tres países escandinavos e Islandia. A diferencia de Nicaragua, los primeros cuatro países de la lista son obscenamente ricos. No es ninguna crítica, bien por ellos, ojalá los demás pudiéramos decir lo mismo, pero ese hecho marca una diferencia fundamental. Con sus limitados recursos, para poder alcanzar tal nivel de desarrollo social, Nicaragua ha emprendido un inédito proceso de empoderamiento económico de la mujer, que la ha convertido en artífice fundamental del actual modelo productivo del país. Todos los programas sociales del gobierno sandinista tienen, principalmente, rostro de mujer, de los cuales quisiera destacar tres de manera particular y con especial orgullo:

Programa hambre cero: Uno de los programas emblemáticos, dirigido primordialmente a mujeres del campo, donde se les entrega animales hembras en estado de gestación y aves de corral (Vacas, cerdas, gallinas, etc.), alimentos para esos animales, insumos, herramientas, y capacitación técnica para reproducirlos y crear su propio hato. Este programa, ha demostrado ser tremendamente eficaz para reducir la pobreza en el campo. Hoy en día existen decenas de miles de mujeres ganaderas, agricultoras, productoras, artífices de su propio desarrollo.

Programa usura cero: Tiene como objetivo promover el crecimiento económico de familias dirigidas por mujeres a través del otorgamiento de micro créditos con bajas tasas de interés, para el impulso de nuevos negocios o el fortalecimiento de los ya existentes. Gracias a este programa el tejido productivo nicaragüense se está fortaleciendo con mujeres mecánicas, carpinteras, artesanas, transportistas, comerciantes, profesionales universitarias, y un largo etcétera, en igualdad de condiciones que los hombres.

Programa de vivienda social: Se ha desarrollado un ambicioso programa de viviendas de protección oficial, dirigido a paliar el endémico déficit habitacional del país, con especial enfoque en mujeres a cargo de familias mono parentales, dándoles acceso a una vivienda digna a precios bajos.

¿Todo esto significa que se ha erradicado el machismo y la violencia de género en Nicaragua? Rotundamente no, aun queda mucho por hacer. Existe una ley especial contra la violencia de género que castiga con severidad a los maltratadores, y existen en todas las ciudades del país, Comisarías de la mujer, específicamente dirigidas a prevenir y combatir el maltrato, aun así, seguimos sufriendo de esa lacra. Pero hemos descubierto el camino hacia el desarrollo inclusivo y si algunos gobiernos quieren impedirnos recorrerlo, es porque le tienen autentico pavor al ejemplo que puede significar para otros.

La democracia nicaragüense nació con la Revolución Sandinista y es una democracia propia, participativa, exuberante, y definitivamente diferente a las autodenominadas “democracias homologables según los estándares occidentales”. En los países marginados en los que se instalan democracias homologables según esos parámetros, los pobres se hunden en la miseria y lo ricos se vuelven cada vez más ricos. Desde luego, no aspiramos a que nuestro modelo sea adoptado por otros, cada país debe ser libre para construir su propio sistema, de acuerdo a su historia, cultura y tradiciones. No existe un modelo único de democracia, como nos han hecho creer durante décadas.

A lo largo de cuarenta y dos años, nuestra democracia ha superados enormes obstáculos, luchando contra poderosos intereses foráneos que han querido destruirla, pero que aún perdura y hoy es más fuerte que nunca. En el año 2007, con el Comandante Daniel a la cabeza, el Frente Sandinista de Liberación Nacional volvió al poder en Nicaragua, democráticamente, tras pasar diecisiete años en la oposición. Con la misma democracia que instauró las primeras elecciones libres de nuestra historia en 1984, la misma democracia por la que el sandinismo entregó el poder en 1990, a pesar de la cuestionable coyuntura e injerencias extranjeras, y la misma democracia de la que se sirvió la burguesía criolla y la embajada de Estados Unidos para instaurar gobiernos neoliberales, ineficaces y corruptos, pero absolutamente sumisos y complacientes a los intereses extranjeros.

Con el regreso del sandinismo al poder en 2007 se reinstauró el derecho a la educación y a la salud de manera gratuita y universal. Se han construido 21 nuevos hospitales y se han remodelado 46 más, proveyéndoles de equipos de alta tecnología, algo impensable en épocas pasadas. Siete hospitales más están en construcción o licitación, entre ellos el que será el más grande del país ubicado en León. Se han construido o remodelado 1.259 puestos médicos, 192 centros de salud y 178 casas maternas. Además, se han equipado 66 clínicas móviles, instaladas en enormes camiones confiscados al crimen organizado en las redadas antidrogas. Esta robusta red hospitalaria, junto al modelo de salud comunitaria, propio de Nicaragua, ha hecho posible gestionar la pandemia de manera eficaz. Cerca del 70% de la población nicaragüense esta vacunada contra el coronavirus y actualmente se están iniciando los procesos técnicos para la fabricación en Nicaragua de la vacuna Covivac en el Instituto Mechnikov de Managua. Se espera estén listas a inicios de 2022, para nuestra población y para nuestros hermanos latinoamericanos.

Hasta 2006 el sistema educativo era miserable, ineficaz y las familias debían pagar para que sus hijos pudieran acceder a él. En 2007 se decretó la gratuidad de la enseñanza y se instauro un programa de meriendas escolares, para erradicar la deserción escolar y reducir los índices de desnutrición crónica en niños en todo el país. En 2003, solo el 30 por ciento de los que comenzaban el primer grado terminaran el sexto grado. Ahora, la juventud sin escolaridad absoluta ha caído del 24% al 4%, y la población con un título universitario ha aumentado del 9% al 19%. Toda la infraestructura educativa se ha restaurado y ampliado, proveyéndola de nuevas tecnologías de la enseñanza y fortaleciendo la capacidad técnica de los educadores.

Intentaré ser claro en una cuestión que a menudo se presta a confusión: El modelo socio económico nicaragüense impulsado por el sandinismo, no está en contra de los ricos, está en contra de la pobreza a la que han condenado a nuestro pueblo durante siglos. Basados en las experiencias de la primera etapa de la revolución, y acorde a nuestra realidad y al contexto mundial, se instauro modelo de colaboración tripartito, en el que grandes empresarios, sindicatos y gobierno, consensuaban la política económica del país. Un modelo absolutamente exitoso que durante diez años trajo crecimiento y prosperidad a la nación, creando riqueza para todos, también para los ricos. Este modelo, fue traicionado en 2018 por esos grandes empresarios. Al parecer no les bastaba con su parte del pastel, querían, como siempre habían tenido, toda la tarta. El gran empresariado, la curia arzobispal, y un oscuro entramado de organizaciones no gubernamentales financiadas por potencias extranjeras, intentaron derrocar el gobierno, implementando la nueva estrategia de la CIA para cambios de regímenes adversos a sus intereses. Este intento violento fracasó, y hoy por hoy se ha vuelto a la senda del crecimiento, pero esta vez, de la mano de la pequeña y mediana empresa, junto a sindicatos y gobierno. Este nuevo modelo augura ser, aun más eficaz que el anterior.

La economía Nicaragüense sigue siendo pequeña, pero produce el 90% de todos los alimentos que necesita, ha transformado su matriz energética generando el ochenta por ciento de la energía eléctrica por fuentes renovables, y acaba de iniciar la implantación de la primera planta de generación eléctrica por gas natural en Centroamérica. Posee la mejor red de carreteras de toda la región y por primera vez en nuestra historia, el Caribe y el pacifico están interconectados físicamente. Se puede viajar hasta el último rincón de Nicaragua en carretas adecuadas a nuestra climatología fortaleciendo el entramado productivo del país y el turismo.

En los últimos años Nicaragua ha sufrido varias tragedias de enormes proporciones, que ha ralentizado nuestro camino hacia el desarrollo. La primera fue la intentona violenta de cambio de gobierno en 2018, luego vino la pandemia del COVID-19, y en 2020, los dos huracanes más potentes desde que existen registros. De las tres tragedias, la criminal intentona terrorista de 2018 fue la peor, con diferencia. Sin embargo y amparado por lo datos se puede decir sin el menor atisbo de dudas, que la etapa 2007-2021 ha sido en su conjunto, el periodo de mayor crecimiento económico, desarrollo estructural y reducción de la pobreza y la desigualdad de toda nuestra historia. La Nicaragua de hoy es irreconocible respecto a la Nicaragua de hace quince años, pero lo mas trascendental desde mi punto de vista, es el convencimiento colectivo de que es posible erradicar la pobreza y poner rumbo al desarrollo, aplicando nuestro propio modelo. El plan de desarrollo 2020-2026 es la materialización de ese anhelo.

Tras varios años difíciles, este 2021 se romperán todos nuestros récords en exportaciones, se esperan exportaciones por encima de los 6500 millones de dólares, para nuestra humilde economía es un montón, en comparación a cualquier otro período. Y el crecimiento económico será el más alto de toda nuestra historia, estimándolo en cerca del 8.5%, a lo chino, como dijo uno de mis compañeros. Lo único que deseamos es que nos permitan construir en paz nuestro propio camino, de la misma forma que nosotros respetamos a todos los países del mundo y su derecho a la autodeterminación.