Fernando Alonso Abad
Hay personas con quienes el lema aquel de que todos tenemos que dar algo para que unos pocos no tengan que darlo todo transciende el valor de la consigna e incluso el significado de la metáfora. Porque hay personas que desde su humildad militante pusieron la vida entera al servicio de su país y su pueblo. A ellos, Euskal Herria les debe parte de su propia supervivencia; nuestra nación les debe el permanecer viva y en pie a pesar de los siglos de ocupación hispanofrancesa.
Sebas Etxaniz Alkorta ha sido un ejemplo de ese compromiso sin límites que eleva al máximo el significado de la dignidad, el propio sentido de la vida. Defendió este país de la manera que consideró más pertinente en cada momento, dándolo todo por la causa de Euskal Herria y la libertad. Y no sólo en tierra vasca; incluso el pueblo de Nicaragua también le debe algo en la lucha por el mantenimiento de su soberanía nacional.
Sebas fue entregado a España por Venezuela a finales de 2002. Una deportación recurrida ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que luego le dio la razón. Pero ya era tarde, porque Sebas llevaba ya varios años en las prisiones españolas, donde permanecería durante 18 años, hasta convertirse en el prisionero de más edad del Colectivo.
Clandestinidad, exilio, prisión… y Arantxi siempre al lado. Uno grande; la otra, más aún. Un inmenso muxu, Arantxi.
Estoy seguro que puedo decir en nombre de todos los que te hemos conocido que si estamos orgullosos de haber compartido ruta ha sido un inmenso honor haber hecho algún tramo del camino a tu lado. Agur eta ohore, gudari handia!