Los golpistas y Somoza son la misma cosa

– Carlos Fonseca Terán
24 de marzo 2019.

Sólo el sandinismo es amoroso, generoso, tolerante y democrático, porque la Revolución Sandinista se hizo para que viviéramos en un país donde reinara la paz, el amor, la libertad y la justicia. Por eso sólo en las actividades políticas de la derecha golpista se ataca violentamente a todo el que piense distinto, mientras en los actos y manifestaciones del sandinismo los de la derecha son tratados con consideración y respeto. Los ejemplos de ambas situaciones son conocidos y abundan. El sandinismo es amor, la derecha golpista es odio; el sandinismo es libertad y justicia; la derecha golpista es tiranía y opresión.

¿Qué quiere la derecha golpista? ¿Salud y educación gratuita para el pueblo? ¿6% para las universidades? ¿Crédito para los productores? ¿Titulación de propiedades para el pueblo? ¿Aumento en el salario mínimo y seguridad social para los trabajadores?

Ni siquiera demagógicamente se atreve la derecha a reivindicar estos derechos del pueblo, porque quedarían en ridículo, ya que todo el mundo sabe que es el gobierno sandinista el único que los ha garantizado, obteniendo como producto de ese esfuerzo, uno de los mayores índices de reducción de la pobreza y la desigualdad social en América Latina desde que el sandinismo volvió al poder en 2007.

Es tan innegable que desde entonces el país ha marchado por buen camino, que la derecha golpista no puede negarlo, de manera que concentra sus ataques en señalamientos de corrupción, fraude, secretismo y represión: como puede verse, nada que aun en caso de que ser cierto (que no lo es), justifique el derrocamiento de un gobierno.

En cuanto a la corrupción, sin duda es el sandinismo la única fuerza política que la ha combatido y por eso ha sido bajo los gobiernos sandinistas que la misma ha disminuído en mayor grado. Nunca se nos ocurrió a los sandinistas derrocar a los gobiernos de derecha en la época neoliberal, sólo porque eran corruptos. Y vaya que sí lo eran, esos mismos que hoy se atreven a hablar de corrupción bajo nuestro gobierno.

Y cuando digo que nunca se nos ocurrió derrocar a los gobiernos de derecha, no me refiero sólo al tema de la corrupción, porque en la época neoliberal había muchas otras razones para protestar y luchar. Nosotros protestábamos en las calles y poníamos tranques, sí, pero no era para derrocar gobiernos, sino en defensa de las reivindicaciones populares que ahora son política de Estado, y siempre las jornadas de lucha contra el neoliberalismo culminaban en procesos de negociación en los que las fuerzas populares, gracias a la presión ejercida a través de la lucha, alcanzábamos toda una serie de objetivos que nos planteábamos.

Pasando a la cantaleta del fraude, está destinada a quedar en el vacío, pues en la Mesa de Negociación se está hablando de reformas electorales para que haya conformidad de todas las fuerzas políticas con las reglas del juego de nuestra democracia.

Sobre el secretismo (que sólo a los golpistas les preocupa), es absurdo acusar de ello a un gobierno cuya Vice Presidenta y vocera principal se dirije todos los días al pueblo para mantenerlo informado del quehacer diario de sus autoridades.

Finalmente, es un acto de inaudito cinismo que los golpistas llamen represivo a un gobierno que en determinado momento acuarteló a la Policía como muestra de buena voluntad, mientras ellos aprovecharon la situación para secuestrar ciudades enteras con sus bandas armadas y desatar cacerías de sandinistas para secuestarlos, torturarlos y asesinarlos.

Es ridículo acusar de represivo a un gobierno que decide dejar en libertad a los detenidos por actos delictivos contra la vida, la integridad física, la propiedad pública y privada, y la economía del país.

Luego y pasando a otro tema, con respecto a posibles fallas que puedan tener nuestro gobierno y el Frente, toda Revolución tiene fallas, pero sólo pueden ser corregidas si se tiene una Revolución para eso.

Lo que menos quieren nuestros enemigos es la superación de nuestras fallas. El imperialismo no ataca a nadie por lo malo que hace, sino por lo bueno. Lo único que quiere la derecha golpista es el derrocamiento de nuestro gobierno revolucionario, y para eso cuenta con el apoyo del poder de la dictadura mundial del imperialismo, norteamericano y europeo.

Somos un país en resistencia popular e insurreccionado contra la tiranía imperialista, hoy más intolerante y agresiva que nunca. Nicaragua, con el poder en manos del pueblo conducido por el sandinismo, es un bastión de la lucha de los pueblos del mundo por su libertad, frente al poderío dictatorial del imperialismo.

El somocismo, igual que el golpismo de la derecha en la actualidad, son engendros de los gringos. El régimen somocista fue creado por los gringos y apoyado por ellos durante medio siglo. La derecha golpista fue creada y financiada por los gringos para derrocar al gobierno sandinista. Porque LOS GOLPISTAS Y SOMOZA, SON LA MISMA COSA, y el pueblo nicaragüense es uno de los pocos en el mundo que con su fuerza organizada han derrotado a las fuerzas interventoras del imperialismo, así como derrotó a la dictadura somocista, a la agresión imperialista en los ochenta y a la intentona golpista el año pasado, pues como decía Sandino, «nosotros no somos militares; somos del pueblo; somos ciudadanos armados».

Eso, ciudadanos armados, fueron Andrés Castro y las tropas en caites derrotando a los filibusteros; los combatientes en harapos al mando de Sandino, derrotando a las tropas gringas; los combatientes insurreccionales derrotando al somocimo; los reservistas, milicianos y cachorros derrotando a la contrarrevolución; la caravana de la paz desmantelando los tranques y derrotando a los golpistas para seguir construyendo esta paz que tantas vidas ha costado y que por eso debemos defender con generosidad, astucia, madurez y firmeza revolucionaria.